Yo no soy mi trabajo: El auge del ‘quiet quitting’ – Periódico Página100 – Noticias de popayán y el Cauca

Yo no soy mi trabajo: El auge del ‘quiet quitting’

POR: Rut Prado          

FUENTE: yorokobu

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Imaginemos la siguiente situación: Juan, administrativo en una importante empresa, cumple estrictamente con las funciones de su puesto de 9 a 5. Ni un minuto más. Una vez sale de la oficina, desconecta totalmente los pensamientos relacionados con el trabajo. Jamás responde un email fuera de horas. Menos aún, las llamadas del jefe. Juan ha adoptado una filosofía vital que en inglés se conoce como quiet quitting y que podríamos traducir por renuncia silenciosa.

En qué consiste el quiet quitting

Más allá del revuelo mediático inicial, los expertos coinciden en aclarar que la filosofía del quiet quitting no significa en absoluto abandonar nuestro trabajo, sino replantear la relación que mantenemos con el mismo. No se trata de holgazanear ni de escaquearse, sino simplemente de comenzar a trabajar de forma eficiente durante las horas que hemos acordado, nada más.

Marie Kondo, consultora en productividad, dice que de esta práctica que lejos de ser haraganes o sabotear a las empresas, esta práctica aboga por tratar de «establecer límites razonables para evitar el agotamiento y priorizar el bienestar».

Lo que implica es entender que el trabajo no puede ser el centro de nuestras vidas, ni mucho menos nuestra principal o única fuente de satisfacción personal. Del mismo modo, asumir que no hay razón para sacrificar constantemente nuestro bienestar y tiempo personal en pos de aumentar los beneficios de una empresa que probablemente no valorará nunca ese sobresfuerzo.

En ese sentido, este modo de vida también conlleva saber que es completamente legítimo marcar ciertos límites saludables para evitar terminar sucumbiendo a la cultura laboral tóxica del overworking.

Y todo ello se traduce en medidas prácticas como cumplir escrupulosamente con nuestras horas y funciones contractuales, pero sin aceptar quedarse de forma habitual después del horario a hacer horas extra no pagadas. O saber desconectar realmente en nuestro tiempo personal, sin sentir la obligación de responder emails y atender llamadas laborales fuera de nuestro horario.

«Es perfectamente razonable que los trabajadores actuales busquen un mayor equilibrio entre su desarrollo personal y profesional». – Susan David, psicóloga de Harvard.

También implica poder rechazar amablemente cualquier tarea extra que nos asignen y que vaya más allá de nuestra descripción del puesto, si esa labor adicional no es reconocida como corresponde a nivel salarial. E incluso en ocasiones saber anteponer nuestra propia salud mental, relaciones personales y vida personal, antes que destinar todos nuestros esfuerzos a contentar todas las demandas que nos impongan en el trabajo.

Origen del término quiet quitting

Aunque existía previamente, este concepto cobró fuerza a raíz de multitud de  vídeos de TikTok que  trataban de este tema. En ellos, los usuarios definían esta filosofía como «renunciar en silencio a la idea de que tu trabajo debe ser tu vida».

Aunque en realidad lo de presentar  el quiet quitting como una innovadora “renuncia silenciosa” no es del todo preciso. Muchos expertos en mercado laboral consideran que no es algo novedoso. Siempre ha habido trabajadores que marcan límites saludables con sus empleos.

Más bien, lo novedoso es el término y el debate social (bastante necesario, por cierto) que ha provocado sobre las expectativas entre empresas y trabajadores.

«Estamos ante el surgimiento de una fuerza laboral que entiende el valor de su tiempo y ya no está dispuesta a intercambiarlo solo por un salario» – Adam Grant, psicólogo organizacional de Wharton.

Principales causas de su auge

El auge de esta filosofía representa una reacción más que lógica y comprensible frente a la constatación generalizada de que ciertos entornos laborales extremos sencillamente ya no hacen felices a los trabajadores. Son múltiples los factores que explican su popularización.

Entre ellos destaca como primordial el cansancio generado tras años de cultura laboral tóxica, marcada por el sobresfuerzo y los abusos, una situación que la pandemia no hizo sino agravar. Como dice Dan Schawbel, prestigioso investigador en cultura laboral, «forzar a los empleados a sobrepasar constantemente los límites contractuales erosiona la lealtad y confianza mutua entre trabajadores y empresas».

Junto a ello, la extensión de esta mentalidad también tiene que ver con la persistencia de los bajos salarios y la falta de oportunidades de crecimiento real en el desempeño profesional. Igualmente influye el hecho de que el actual mercado laboral se muestre cada vez más hipercompetitivo y exigente en cuanto a capacitación constante.

A la par hay toda una generación de empleados millennials y centennials que comparten cada vez más la amarga sensación de que ciertos empleos nunca llegarán a reconocer verdaderamente el enorme esfuerzo extra que realizan. El creciente auge del trabajo freelance y por objetivos no hace sino erosionar también esa cultura del presentismo más tradicional por horas.

Por otro lado, tanto millennials como centennials comparten un mayor foco existencial en priorizar su propia felicidad y bienestar personal, por encima de entregar su vida al trabajo. Y para rematar, el impacto comunicativo de nuevos líderes de opinión y referentes que abogan activamente por una vida más equilibrada entre el ámbito personal y laboral, también ha calado mucho en las nuevas generaciones.

La Gran Renuncia como precursora

No podemos comprender este fenómeno sin mencionar el contexto en que emerge: la Gran Renuncia. Se conoce así a la ola de dimisiones masivas que comenzaron en EEUU a finales de 2021 y que se extendieron rápidamente a otras economías. Millones de trabajadores plantaron cara y abandonaron sus puestos de trabajo en busca de mejores salarios, condiciones o mayor equilibrio de vida.

La pandemia actuó para muchos como punto de inflexión, llevándoles a replantear sus prioridades vitales y a no querer volver a los esquemas laborales prepandémicos. El más común: largas jornadas, bajos sueldos, escasas recompensas.

Cómo practicar el quiet quitting de forma saludable

Los expertos recomiendan seguir los siguientes pasos para marcar límites en nuestro entorno laboral sin caer en los riesgos antes mencionados, como comenta Arianna Huffington, fundadora de Thrive Global, «los empleados más felices y con mejor equilibrio entre su vida laboral y personal suelen ser también los más creativos y comprometidos durante su jornada de trabajo».

Algunas recomendaciones:

  • Comunicar asertivamente nuestras necesidades tanto a superiores como a compañeros, evitando conflictos.
  • Cumplir siempre los plazos y entregas acordadas, centrándonos en la calidad y los resultados.
  • Mostrarnos abiertos a colaborar en situaciones excepcionales que sí lo requieran.
  • Mantener una actitud proactiva en la búsqueda de soluciones antes que en enunciar problemas.
  • Solicitar reuniones periódicas de feedback con nuestros jefes para verificar que están satisfechos con nuestro desempeño.
  • Agradecer las oportunidades de crecimiento profesional que se nos presenten acordes a nuestros límites establecidos.
  • Equilibrio y asertividad: he aquí las claves para implementar esta filosofía de forma efectiva, que no perjudique nuestra carrera profesional pero que tampoco menoscabe nuestro bienestar.

Riesgos del quiet quitting

No todo son ventajas. Esta filosofía vital aplicada de forma radical puede acarrear algunos peligros:

RiesgoEjemplo
Ser etiquetado como “empleado problema”Un programador que se niega sistemáticamente a prolongar su jornada para entregar un proyecto urgente
Ver limitadas nuestras opciones de progresiónUna consultora con gran potencial que rehúsa implicarse en nuevas líneas de negocio de la empresa
Generar recelo en compañeros más entregadosTrabajadores que sí hacen horas extra pueden sentirse desplazados
Caer en la pereza y perder oportunidadesUn redactor creativo extremadamente celoso de su tiempo libre, que pierde grandes encargos

Por tanto, la clave está en encontrar un equilibrio razonable para cada situación entre nuestro bienestar y el cumplimiento con la empresa.

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