COLOMBIA… El dilema de Petro y los jóvenes delincuentes
FUENTE: occidente
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La prevención de la delincuencia juvenil es vital, pero no puede reemplazar el concepto de responsabilidad para quienes violen la ley
Lo ocurrido recientemente entre el presidente Gustavo Petro y la alcaldesa Claudia López reveló un punto crítico en el manejo de la delincuencia juvenil: el mandatario rechazó la recepción por parte del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, del Centro de Justicia Restaurativa Juvenil construido por la Alcaldía de Bogotá, porque el gobierno nacional no está de acuerdo con encerrar a los jóvenes que cometen delitos.
El Centro Integral de Justicia Campo Verde fue diseñado para recluir a más de 200 jóvenes en un ambiente restaurativo, con el argumento de que se deben impulsar procesos de reconciliación sin la privación de libertad.
La postura de Petro, respaldada por su declaración de que “los niños no deberían estar presos”, choca con la realidad de un sistema que enfrenta el desafío de conciliar la prevención con las consecuencias para quienes cometen actos delictivos.
Más si se tiene en cuenta el alto nivel de menores de edad responsables de todo tipo de delitos en Colombia, entre ellos homicidios.
La visión del presidente Petro, de enfocarse en procesos de reconciliación, es loable en su intento por abordar la raíz del problema.
Sin embargo, la ausencia de consecuencias para las acciones indebidas plantea interrogantes cruciales. ¿Dónde se encuentra el equilibrio entre la prevención y la sanción? Si no hay temor a la autoridad ni consecuencias por las malas acciones, la delincuencia juvenil proliferará.
La frase “Educa al niño para no tener que castigar al hombre” resuena con fuerza en esta discusión, pero no podemos ignorar la importancia de un sistema de justicia que establezca límites claros.
Es imperativo no solo educar y prevenir, sino también establecer consecuencias claras y proporcionadas para las conductas ilícitas.
La construcción de oportunidades para los jóvenes es fundamental, pero despojar por completo el elemento sancionatorio es contraproducente.
La falta de una disciplina razonable puede alimentar la indisciplina y el aumento de la delincuencia.
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